Nuestro país está considerado a escala mundial con la mayor diversidad étnica, con un patrimonio lingüístico, espiritual, cultural, gastronómico y de otras índoles, que enriquece a la nación mexicana.
México ocupa el octavo lugar en el mundo de los países con la mayor cantidad de pueblos indígenas. El 75 por ciento de las personas indígenas se concentran en ocho estados: Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Estado de México, Puebla, Guerrero, Hidalgo y Yucatán.
Cuenta con 69 lenguas nacionales -68 indígenas y el español-, por lo que se encuentra entre las primeras 10 naciones con más lenguas originarias y ocupa el segundo lugar con esta característica en América Latina, después de Brasil.
Para preservar la identidad entre las comunidades indígenas y, por supuesto la lengua materna, Carmen Zapata, lidera “El juego y sus raíces” un proyecto colectivo y comunitario, basado en una serie de actividades enfocadas al estudio y la experiencia intercultural. Su propósito es lograr la convivencia desde distintas perspectivas, en este caso de alumnos de la FES Cuautitlán de la carrera de Diseño y Comunicación Visual y niños de diversas etnias.
“Este proyecto nace formalmente en 2017, pero yo vengo trabajando con comunidades indígenas específicamente con huicholes desde 2010, pero en 2017 entran con un programa de lleno, respaldado por la UNAM que es un proyecto de enseñanza y mejoramiento del aula y tenemos impactada a la comunidad mixteca de Oaxaca, a la comunidad Náhuatl que ellos están en Puebla y la comunidad maya en Yucatán y con la comunidad hñahñú en el Valle del Mezquital, Hidalgo”.
Además de reavivar las costumbres ligadas a las expresiones lingüísticas y comunicativas de las comunidades, también se genera a través de juegos tradicionales, unidad y pertenencia.
“Lo que tratamos de hacer es una resignificación de los juegos tradicionales, hasta ahorita hemos hecho lotería, juego de memorama, serpientes y escaleras, lo único que hicimos en la comunidad de Yucatán fue un libro cartonero, pero tiene muñecos recortables, mecanismos que se levantan, popotes, tiene hojas para colorear, damos talleres de apreciación artística, ahora ya damos un poco más de ciencia, de derechos culturales y en este andar de realizar este tipo de talleres, también conocemos a las familias, las familias nos apropian, se vuelve una cuestión comunitaria”.
Para Carmen, esta actividad que se ha convertido su forma de vida, es una manera de integrar a las comunidades y ver sus transformaciones en su calidad de vida, la forma de interactuar y principalmente trabajar en equipo.
“Son pocos los niños que hablan el lenguaje, pero no lo quieren practicar, porque incluso entre su misma escuela sufren discriminación y demás, entonces la idea es que ellos recuperen primero la parte de su lengua materna. El reto más interesante es hacia adentro, con los estudiantes que realizan su servicio social y romper ciertas barreras entre estudiantes que tienen otra educación, este proyecto es puramente comunitario, nos interesan las personas, que los juegos impacten para ellos y después a su entorno”.
Además de elaborar juegos tradicionales, Carmen y su equipo realiza talleres en los que se involucran símbolos, tradiciones, fiestas, mitos, leyendas, bailes, comidas y artesanías, entre otras manifestaciones, en la que alumnos y comunidad aprenden los unos de los otros, como una forma de representar la identidad.
“Yo lo que estoy comprando es felicidad, satisfacción, invirtiendo en salud, porque hacer proyectos culturales, te cambian la vida”.